Editorial del 10 de diciembre de 2020

Parecía que no iba a llegar pero ya sí. El 1 de enero, dentro de tres semanas, se acaba el limbo, también llamado período transitorio y se consuma el Brexit. El Reino Unido ya no formará parte de la Unión Europea, con todas las consecuencias que eso supone y que aún los ciudadanos tanto británicos como europeos no acabamos de visualizar.

Tan mal van las negociaciones que Bruselas, ante la duda de que haya acuerdo, va a tomar medidas para que el 1 de enero no se interrumpa, por ejemplo, el tráfico aéreo con Gran Bretaña ni el tráfico terrestre por carretera. Si hay ruptura sin consenso habrá también aranceles, cuotas de importación y muchas otras limitaciones.

Según la presidenta de la Comisión Europea, las posiciones siguen estando muy alejadas en asuntos esenciales como la competencia, la gobernanza y la pesca. El plazo para evitar un Brexit duro acaba este domingo y Europa, obviamente, no va a tragar que Boris Johnson aspire a tener todo lo bueno de estar en la Unión después de dar un portazo.

Gran Bretaña quiere irse pero seguir vendiendo y comprando como si estuviera dentro. Johnson quiere la cuadratura del círculo y Europa ha dejado claro que lo que no es posible es imposible. ¿Qué consecuencias tendría para Reino Unido una salida de la Unión “por las malas”? ¿qué precio pagarán? ¿Y Europa? ¿qué va a comportar para los países miembro? De ello debatiremos esta tarde en el Gabinete con Noelia Adánez, Pilar Gómez y con Ignasi Guardans, que como saben es un experto en el tema.


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