Editorial del 10 de noviembre de 2020

Esta mañana la ONG Oxfam Intermón ha publicado su informe anual sobre las empresas del IBEX, un estudio que analiza el comportamiento ético y social de las grandes empresas en nuestro país, y llegan a un moderado optimismo porque parece que este año, según la ONG, la crisis sanitaria ha provocado un ligero cambio en la respuesta del gran tejido empresarial español.

Frente a la actitud de la crisis del 2008, esta vez se observa una tendencia más social: muchas empresas se han volcado frente a la pandemia, apoyando la atención médica, la producción y distribución de material sanitario, cuidando a sus clientes y proveedores y haciendo un esfuerzo para mantener en plantilla a sus trabajadores. Aunque las viejas costumbres tampoco han desaparecido del todo: ACS o Ferrovial repartieron millones de euros en dividendos mientras sus trabajadores estaban en ERTE.

No hace mucho el director de la OIT subrayaba que los excesos del mundo financiero en la crisis del 2008 los pagaron los que no tuvieron nada que ver, o sea, los más humildes y que esta vez, en la crisis de la Covid 19, "no deberíamos caer en la trampa de la austeridad sino tener muy presentes criterios de justicia social y equidad".

Vamos a reflexionar sobre todo este asunto, el de una economía más humanista que piense en seres humanos y busque, ante los nuevos desafíos actuales, recetas que no sean las de siempre. ¿Es verdad que algo está cambiando entre las grandes empresas? ¿Es un espejismo durante la pandemia? ¿Hay que demandar inteligencia social y empatía en tiempos difíciles?


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