Editorial del 2 de noviembre de 2020

Este mediodía Asturias ha decretado el cierre de todas las actividades comerciales "no esenciales", y ha anunciado que pedirá al gobierno el confinamiento domiciliario de la población durante 15 días.

Es la primera comunidad en pedir una medida de este calibre, pero es posible que otras le sigan. Los epidemiólogos dicen a quién quiera escucharles que cuanto antes se tomen y más restrictivas sean las medidas, menos tiempo hay que prolongarlas y mayor es su eficacia para frenar el maldito virus.

De momento crecen los contagios –cada español infectado sigue contagiando a más de una persona, lo cual es descorazonador- y la ocupación hospitalaria del Covid amenaza con dejar sin espacio a todas las demás dolencias.

Pues bien, ante una situación tan dura y tan difícil de gestionar hay energúmenos que creen que la solución es la violencia: quemar contenedores, arrasar mobiliario urbano, destrozar tiendas y romper lo que se le ponga por delante.

Este fin de semana hemos vivido protestas contra las nuevas medidas, con disturbios y saqueos en varias ciudades españolas. Una extraña mezcla de grupos con ADN ideológicos diversos que encuentran su mínimo común denominador en combatir el incendio con fuego.

Hay que dar con los instigadores, señalar con pruebas la mano que enciende la mecha y castigarles con la severidad que marque la ley. Ni minimizar su efecto ni otorgarles protagonismo. Su aislamiento social y la ley parecen el mejor remedio.

Vamos a hablar de estos episodios de vandalismo en el Gabinete. ¿Quién está detrás de los disturbios y quién ha prendido la mecha de la violencia? ¿Cómo evolucionarán estas protestas? Nos lo preguntaremos en el Gabinete con Juan Manuel De Prada, Elisa Beni y Juan Soto Ivars.


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