Editorial del 23 de septiembre de 2020

Esta mañana ha tenido lugar en el Congreso de los Diputados una nueva Sesión de control al Gobierno, una figura que debiera servir para debatir sobre la situación de la pandemia en España, sobre la crisis económica, los ERTE, el teletrabajo o las inversiones en sanidad. En fin, preguntar al gobierno lo que le plantearía un ciudadano cualquiera, angustiado por el presente y el futuro.

Preguntas serias, incisivas y beligerantes, incluso, que comprometiesen a los gobernantes y les obligasen a responder con datos y argumentos. En lugar de eso, y como viene siendo habitual, la sesión de control se ha convertido en una versión chusca del club de la comedia. Chascarrillos de gusto dudoso, barrizales propios de Sálvame y conversaciones estúpidas entre sus señorías.

El miércoles es el día en que Twitter pasea diversos "zascas y Trending Topics", que igual divierten a políticos y periodistas, no a todos, pero que no tiene ningún calado en la ciudadanía. Es un show. Ya nadie espera otra cosa y nos parece entre triste y sobre todo, irritante.


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