Editorial del 9 de marzo de 2020

La primera gran cuarentena fuera de China ha llegado: desde este domingo, 16 millones de italianos se encuentran aislados temporalmente, para intentar contener la propagación del coronavirus.

El Gobierno italiano ha prohibido las entradas y salidas en la región de Lombardía y otras 14 provincias, una medida que se filtró antes de hacerse efectiva y que provocó que el sábado por la noche muchos italianos “escaparan” yéndose a otros puntos del país antes de que la cuarentena fuera efectiva. Es decir, cuando llega el momento de tomar medidas más radicales en pro del bien común, la responsabilidad individual brilla por su ausencia.

En lugar de hacer caso a las autoridades sanitarias, miles de italianos del norte optan por dirigirse a diferentes regiones de su país. Si, como se temen los expertos, muchos no viajan solos sino en compañía del coronavirus, el remedio va a ser peor que la enfermedad, nunca mejor dicho. Vamos a reflexionar sobre la responsabilidad individual en el Gabinete.

Hagamos análisis de conciencia y preguntémonos si nosotros nos comportaríamos de otro modo. Todo occidente da por descontado que en nuestros países no es posible la disciplina de los ciudadanos chinos. Los nuestros son regímenes democráticos que dejan en buena parte esa responsabilidad en manos de los ciudadanos. ¿Cómo usamos o usaríamos esa responsabilidad individual?


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