Editorial del 5 de noviembre de 2019

El momento adoquín de Rivera y el lapsus linguae de Iglesias con la palabra manada, en la que cambió la n por la M, fue lo más anecdótico de un debate que se les hizo largo a los candidatos y más a los espectadores. El debate de ayer fue menos visto que los debates de abril, quizá porque los últimos minutos de oro llegaron casi a la una de la madrugada de un día laborable.

Pero pasaron cosas mucho más sorprendentes que el despliegue de atrezzo del líder de Cs. Sin ir más lejos, que Abascal pudiera hilar todo su discurso ultra sin que el resto de candidatos le rebatiesen ni le enfrentaran a sus contradicciones, entre ellas proponer leyes prohibidas en la Unión Europea o, sobre todo, en la propia Constitución Española.

La derecha extrema campó por el plató del debate ante la indolencia general de los 4 líderes restantes. ¿Tal vez creyeron que ignorarle era astuto y eficaz para neutralizar su discurso?

Vamos a hacer el post debate en el Gabinete. Quién aguantó mejor el debate, si hubo pérdida de papeles, si se visualizó algo distinto en las posibles alianzas futuras distinto de lo que ya sabemos... Y ¿cómo puede influir en el voto de los indecisos? Lo analizaremos esta tarde con Elisa Beni, Noelia Adánez y Javier Gállego.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net