Editorial del 6 de junio de 2017

Los padres del español desaparecido en el atentado de Londres han viajado hoy a la capital británica para seguir la búsqueda de su hijo.

Se sabe que Ignacio Echeverría, residente en Londres, intentó ayudar a una mujer cuando era apuñalada por uno de los terroristas islámicos. Sus amigos le vieron en el suelo pero perdieron por completo su pista cuando le abandonaron para ponerse a salvo. Aunque los españoles solemos ser críticos a menudo con nuestro país, también podemos decir hoy que sería impensable en España que un ciudadano extranjero que fuera herido aquí en un atentado siguiese sin aparecer 3 días después.

Hasta hoy ha sido inútil incluso la gestión del ministro español de exteriores con su homólogo británico para dar con el paradero de Ignacio Echeverría. Por más protocolos que tenga la policía británica para comunicar la identidad de los heridos o fallecidos, Scotland Yard está demostrando una enorme falta de eficacia.

Si juntamos esa impresión de ineficacia con el conocimiento esta mañana de que uno de los terroristas había salido en Channel Four, como defensor de la guerra santa en un reportaje llamado “el yihadista en la puerta de al lado”, la impresión que están dando las autoridades británicas que se ocupan de la seguridad es francamente mejorable. O es eso, o estamos muy bien acostumbrados en España con nuestras fuerzas de seguridad.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net