Editorial del 1 de junio de 2017

Lo más llamativo de lo ocurrido hoy no es la dimisión del fiscal anticorrupción, Manuel Moix, -era solo cuestión de horas- sino lo que ha dicho su jefe inmediato, el fiscal general del Estado, José Manuel Maza. Considera el jefe de la fiscalía que no había razones para la dimisión de Moix y que ha intentado disuadirle de que lo hiciera.

Una de dos, o el fiscal General se permite una forma cínica de despachar a Moix, aquello de “puente de plata para el que se va”, o realmente cree que no pasa nada porque un fiscal anticorrupción -que está para perseguir a corruptos como su nombre indica- tenga una sociedad en un paraíso fiscal. Moix se fue pero Maza sigue.

O sea, Ya sabemos que al frente de la Fiscalía General del Estado hay un señor muy comprensivo con los comportamientos antiestéticos y/o poco éticos. ¡Menuda tranquilidad para todos!, ¿verdad?


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