Editorial del 22 de mayo de 2017

“Cuando se despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. La famosa frase de Monterroso tiene hoy una variable en el sujeto y el complemento circunstancial. Sería más bien: “Cuando el dinosaurio se despertó, él había vuelto”.

El viejo PSOE ha sido derrotado de forma inapelable por un tipo al que el periódico de cabecera de los suyos había llamado “insensato sin escrúpulos”. Sin ningún apoyo orgánico, ni territorial, ni apenas mediático, con los idus de octubre mediante y con los restos echados por González, Zapatero y Rubalcaba, Pedro Sánchez ha vuelto a la Secretaría General con algo más del 50% de los votos.

La demoscopia venía avanzando hace semanas -a quién quisiera verlo- que el electorado socialista lo prefería a las otras opciones; la duda era si la militancia estaría o no en sintonía con ese electorado. Ayer se produjo un encuentro que ha generado ilusión y una enorme responsabilidad. El capital del que dispone ahora mismo Pedro Sánchez es tan grande como las dificultades que encontrará para hacer valer la autoridad que le han dado las urnas.

La generosidad será fundamental. Saber ganar es casi tan difícil como saber perder, y Goliat se revolverá. El baile acaba de empezar y afecta a todo el tablero político español.


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