Editorial del 31 de enero de 2017

Hora y media ha estado esta mañana Mariano Rajoy con los familiares de las víctimas del Yak-42. La portavoz de las familias ha recordado que Rajoy era vicepresidente el 26 de mayo del 2003 cuando se estrelló el avión que no pudo devolver sanos y salvos a 62 militares españoles que venían de jugarse la vida en Afganistán. Sobrevivieron a la guerra pero no a la mezquindad de obligarles a volar en un trozo de chatarra.

14 años después era tan sencillo como manifestar humildad y empatía con personas que han perdido al hijo, al padre o al marido. Y, por supuesto, pedir perdón. Rajoy no lo ha hecho abiertamente hoy pero sí se ha comprometido a “hacer las cosas bien esta vez”. El gesto ha bastado para que los familiares salgan esperanzados aunque cautos. Lo que esperan es no solo la responsabilidad patrimonial del Estado sino que se asuma que fueron los responsables del ministerio de Defensa de la era Trillo los últimos responsables del desastre por falta de vigilancia o incluso negligencia.

“Trillo no es digno de ocupar ningún cargo público” creen los familiares. Esperemos que cuando ha dicho hoy Rajoy que “esta vez van a hacerse las cosas bien”, incluya que el exministro de Defensa desista de su intención de volver al Consejo de Estado. Esa sería la auténtica reparación moral. Rajoy puede. ¿Quiere?


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net