Editorial del 8 de diciembre de 2016

Si ayer empezamos afeando la conducta de Bruselas ante el bono social español que intenta paliar la pobreza energética, hoy solo podemos aplaudir la iniciativa de la Comisión europea que deja las vergüenzas al aire de varios gobiernos, incluido el nuestro.

España, junto a otros Estados de la Unión (Alemania, Grecia, Lituania, Luxemburgo y Reino Unido) han decidido mirar para otro lado ante el escándalo del fraude de Volkswagen, así de claro. A pesar de que quedó demostrado que Volkswagen manipuló y engañó para disminuir los marcadores de emisiones de óxido de nitrógeno, a pesar de que incumplió la ley y Bruselas ordenó que fuera castigada y multada por ello, España no ha hecho efectivo ni el castigo, ni la multa ni la vigilancia para impedir nuevos engaños.

Bruselas ha abierto procedimiento de infracción a esos países. El gobierno comunitario está "frustrado por la falta de cooperación de ciertos gobiernos" a los que acusa de toda suerte de subterfugios para proteger a la empresa alemana. Que lo haga la propia Alemania, sin tener disculpa, es más comprensible, pero que lo haga España, Grecia, Lituania o la República Checa, acerca esos países a la condición de lacayos. No hemos descubierto la pólvora, de acuerdo, pero es triste constatarlo.


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