Editorial del 22 de noviembre de 2016

La legislatura acaba de echar a andar y sería deseable que el partido del gobierno y su aliado se pusieran de acuerdo en privado y que no usaran los medios para lanzarse mensajes contradictorios.

Si ayer Ciudadanos anunció que había arrancado al ejecutivo el compromiso de subir el techo de gasto, recortar en la Administración y bajar el IVA cultural en los espectáculos en directo, hoy el propio presidente Rajoy ha echado el jarro de agua fría al señalar que “todo el mundo dice muchas cosas”... pero que no se puede subir el gasto, cumplir con el déficit y no bajar impuestos. “Las tres cosas a la vez son imposibles” ha sentenciado.

Ignoramos si los de Albert Rivera se tiraron ayer a la piscina -que es una forma de presionar- o si los negociadores del PP dicen en la mesa a Ciudadanos una cosa para después desmentirles en público.

En todo caso populares y ciudadanos compiten por el mismo electorado y no hay que descartar las escaramuzas para desautorizarse mutuamente. Lleva las de perder Ciudadanos, claro, porque es sabido que la primera condición de los negociadores en una mesa es no tener poder, de la misma manera que los que tienen poder no se sientan a negociar.

Y, aunque Rivera intenta minimizarlo, el que lo tiene es Rajoy. Por eso se ha reservado para sí el anuncio esta mañana de que no subirá ni el IRPF ni el IVA. Una forma de demostrarle a Ciudadanos que “ellos hablan” pero el que decide es otro.


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