Editorial del 17 de octubre de 2016

Empieza otra semana decisiva para el partido socialista, a cuya gestora se le acaba literalmente el tiempo para convencer o, en su defecto, vencer, en la votación del Comité Federal del domingo.

En medio de la cuenta atrás han intervenido con fuerza los socialistas catalanes y los andaluces. Los primeros votarán No a Rajoy pase lo que pase, y los segundos se abstendrán y piden a los que no acaten la decisión, si fuera esa, que entreguen sus actas de diputados. Aunque la posición de Susana Díaz estaba clara desde que el día que dijo que había que darle un gobierno a España y luego ya hablarían del Congreso de su partido, no ha sido hasta este mediodía que la federación andaluza del PSOE se ha pronunciado abiertamente a favor de investir a Rajoy.

Es inaudito que los que propiciaron el golpe de timón en el PSOE no hubieran calibrado el alcance de su acción sobre la militancia, cuya rendición creían posible. Por decirlo con un conocido refrán español, “a veces, muerto el perro, aumenta mucho la rabia”.

Y mientras, Correa sigue declarando sin que la trama corrupta que capitaneaba erosione lo más mínimo al partido al que sirvió.


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