Editorial del 13 de mayo de 2016

Este mediodía la Fiscalía anticorrupción ha pedido una condena de 11 años de cárcel para Juan Cotino, expresidente de las Cortes Valencianas por “impulsar activamente” la contratación de una empresa de la Gurtel para la retransmisión de la visita del Papa a Valencia en julio del 2006.

La fiscalía acusa a Cotino de malversación de caudales públicos, cohecho y prevaricación continuada, además de fraude en la administración pública.

Retrasmitir por televisión la visita del Papa Ratzinger costó a los valencianos 11 millones de euros de dinero público, casi una tercera parte de lo que costó al erario la visita papal, cuyo coste total se estima en unos 25 millones de euros.

Solo del dinero que costó la retrasmisión por canal 9 de los eventos de la visita pontificia, Correa se llevó millón y medio de euros de comisión para él; Crespo, 170 mil euros y el Bigotes, medio millón. La fe religiosa de estos caballeros debe ser enorme, sin duda. La de Juan Cotino, también, no en vano es agregado del Opus Dei.

Cuando fue nombrado presidente de las Corts Valencianas se llevó de su casa un crucifijo que colocó en el centro de su mesa. En sus manos, estuvo también, hay que recordarlo, en la época Aznar, la dirección general de la Policía Nacional.

Puede que Juan Cotino haya ganado el cielo pero va a ser difícil que, en la tierra, no pase por la cárcel.


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