Editorial del 29 de junio de 2015

El viejo presidente de la reserva Federal americana, Allan Greenspan, dejó una frase para la historia que hoy viene al pelo recordar.

Dijo que los responsables de la política financiera y monetaria deben decir pocas cosas y si las dicen, que carezcan del más mínimo interés. Eran otros tiempos, claro, pero lo que sigue siendo válido es que cualquier declaración cotiza en Bolsa y agita los mercados. En una semana de turbulencia extrema por la situación de Grecia, la sensibilidad está a flor de piel, así que cualquier responsable político o económico que se acerque a un micrófono es susceptible de provocar un tsunami.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha comparecido esta mañana y ha pedido a los griegos que voten sí en el referéndum. De lo contrario, ha dicho, “todo el mundo considerará que Grecia quiere alejarse del Euro y de Europa”. O sea, o Europa o el caos, expresado con una frase ingeniosa del presidente de la Comisión , “no hay que suicidarse por tener miedo a la muerte”.

Juncker ha pedido a Tsipras que cuente la verdad a su pueblo. Y, desde luego, debiera hacerlo. Pero ¿cuenta toda la verdad Bruselas? Grecia tiene razones para tener miedo pero las declaraciones de los líderes de la Unión demuestran que ellos tampoco las tienen todas. El miedo no ha cambiado de bando, se ha generalizado, digan lo que digan.


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