Editorial del 17 de febrero de 2015

Llegó el día que da la razón al viejo proverbio de que “a perro flaco todo son pulgas”. Es el caso de Ferraz. El magistrado del Supremo, Jorge Barreiro ha citado justo para después de las elecciones andaluzas a sus dos expresidentes, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, como imputados en el fraude de los ERE. Hubiera sido más higiénico conocer antes de las elecciones si tras escucharles, el juez les imputa o no algún delito.

Los tiempos en que la Justicia, de forma tácita, enmudecía cuando se acercaban procesos electorales para no interferir en ellos, hace tiempo que se acabaron. Desde luego es bueno que los electores sepan qué y a quién votan. Lástima que esas declaraciones previstas para los días 7 y 27 de abril no sean previas a las elecciones. Solo así sabríamos si Chaves y Griñán salen del Supremo con delitos imputados o no.

Los aludidos dirán que imputación no es señal de haber cometido un delito, y sus adversarios les condenarán por adelantado. Y, en medio, los ciudadanos tendrán que meter la papeleta en la urna.

¿A quién conviene la insoportable lentitud de la justicia en España? La impresión es que unas veces a unos y otras, a otros.


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