Editorial del 9 de enero de 2015

Al abogado Miquel Roca le ha parecido insólito que el juez Castro no haya admitido a trámite el recurso de Cristina de Borbón contra el auto que pretende abrirle juicio.

Hoy era el día del pronunciamiento y a nadie ha sorprendido que el juez de Palma siga adelante con su idea de juzgar a la Infanta.

Roca, elegante en las formas y contundente en el fondo, ha dicho al saberlo esta mañana, que el Juez Castro se alinea más con Manos Limpias que con el propio Tribunal Supremo. También que es mentira que “todos seamos iguales ante la ley”, porque la doctrina Botín no ha querido aplicarla Castro a la hermana del Rey. Y tiene razón Roca. Otra cosa es lo que nos parezca la doctrina Botín, pero que en el caso de la Infanta es de libro su aplicación, es una obviedad.

Recordemos que esa doctrina, establecida por el Supremo, concluye que si en una causa sólo existe la acusación popular y no la de la Fiscalía u otras particulares, la imputación se puede archivar. Con la duquesa de Palma se dan las circunstancias pero aquella “delicatesen jurídica” que se aplicó a Botín, Castro no quiere aplicarla ahora. O sea, todos iguales ante la ley pero unos más iguales que otros. Dicho de otro modo. Botín era Botín, y los demás, Infanta incluida, somos el resto.


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