Editorial del 8 de julio de 2014

El presidente del Tribunal de Cuentas, ese lugar en que ser primo, marido, exmujer o cuñado de alguien es muy productivo para pasar una oposición, ha comparecido esta mañana en el Congreso de los diputados para negarlo todo y acto seguido añadir que a partir de ahora se cambiarán los procesos de selección de personal, se dotará de transparencia a todos los nombramientos y se publicarán en la página web todos los contratos de obras de mantenimiento.

Ramón Álvarez de Miranda, un apellido nada desconocido por cierto, se compromete a recuperar la confianza de la sociedad y estudia someterse a una auditoría de un organismo externo. O sea, el escándalo de los 100 parientes que trabajan en el mismo Tribunal de Cuentas, se puede zanjar creando otro Organismo que los controle. Aquí paz y allá gloria. Esperemos que no estén buscando ya candidatos entre yernos, secretarias y primos segundos.


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