Editorial del 2 de octubre de 2013

Silvio Berlusconi ha asombrado a propios y extraños al votar este mediodía a favor de otorgar un voto de confianza al gobierno de Enrico Letta.

Hace solo 5 días planteó su chantaje a Italia entera, al anunciar que sus parlamentarios dejarían caer el gobierno encabezado por el socialdemócrata Letta. Un día después, obligó a dimitir a los ministros de su partido –eso ocurrió el sábado pasado- y al abrir las Bolsas el lunes quedó claro que los Mercados creyeron a Berlusconi. Bajaron los índices bursátiles de buena parte de Europa, subieron las primas de riesgo del sur y ya solo cabía confiar en que el primer ministro italiano tuviera el suficiente talento para romper el partido de Berlusconi y sumar a su favor a los disidentes necesarios.

Cuando todo indicaba que Letta iba a salirse con la suya, Berlusconi ha sorprendido a todos votando en contra de él mismo y a favor de la confianza a Letta. ¿Atisbo de responsabilidad? Más bien el genio de un viejo zorro que ha decidido aparentar que gana cuando se encontraba al borde de un fracaso sin anestesia.


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