Editorial del 16 de enero de 2012

Los nombres propios de la actualidad son tan potentes que apenas están dejando lugar en el relato informativo del día a informes como el del Instituto Nacional de Estadística, difundido esta mañana. ¿Recuerdan cuando España se convirtió en país de llegada para cientos de miles de extranjeros que venían a por trabajo que los españoles despreciaban o no podían atender? Pues bien, por primera vez desde hace una década hay más personas que abandonan España de las que llegan en busca de su oportunidad. El saldo migratorio es negativo, se han marchado más de medio millón de personas, entre ellas 62 mil compatriotas que probablemente no van a atender fuera de España trabajos poco cualificados como ocurrió con la emigración de nuestros padres o abuelos, sino todo lo contrario. Se van los mejor formados, los titulados superiores de carreras con mayor prestigio, o sea, una parte del talento que se ha formado con los impuestos de todos y que han tenido la mala suerte de estar listos para devolver a la sociedad la inversión hecha en su formación, justo cuando se había gastado el último céntimo.

Ya dice hoy el científico Cliff Arnal -de la Universidad de Cardif- que hoy es el día más triste del año. No sé en qué se basa pero desde luego, muy feliz no ha amanecido el 16 de enero, el primer día del resto de nuestra vida sin Manuel Fraga Iribarne.


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