Editorial del 20 de junio de 2012

Aunque ya no se sabe si subir impuestos es de izquierdas o de derechas -visto lo que dijo Zapatero para bajarlos y Rajoy para subirlos- es evidente que las decisiones políticas son diversas y no inevitables e inexorables como pretenden hacernos creer.

Y si no, miren el gobierno francés: François Hollande ha decidido imponer un nuevo impuesto al pago de dividendos del 3%. Es decir, los que reciben rentas por acciones, pagarán más. El año pasado la cifra total de dividendos que las grandes compañías francesas pagaron a sus accionistas fue de 45 mil millones de euros, una cifra que en Francia, como en España tributa a un tipo fijo, el 21%.

Que se aumenten las rentas del capital y no las del trabajo tampoco sabemos si es de izquierdas o de derechas, pero es una alternativa de la que nada hemos oído en España. Lo que no es discutible –por que son datos y los datos no son opinables- es que España tiene desde hace unos meses los impuestos sobre el trabajo más altos del mundo junto a algunos países nórdicos, y que la vaca no se puede ordeñar más. ¿Por qué aquí nadie habla de gravar más los dividendos? ¿por qué el que cobra 200 mil euros anuales por su trabajo tiene que pagar a hacienda más de la mitad, mientras que el que recibe esa misma cantidad solo aporta el 21%?

Solo depende de la decisión política. Como la de Hollande.


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