Editorial del 26 de abril de 2012

El ministerio del Interior pondrá en marcha de forma inminente un programa de reinserción de presos terroristas.

Bastará con que alguno de esos reclusos muestre por escrito su renuncia a la violencia y el abandono de la organización terrorista para acceder a un programa de educación y reinserción, cuya principal ventaja será el acercamiento a cárceles del País Vasco.

Es decir, el gobierno de Rajoy ha decidido enfrentarse de cara al problema, aceptar como buena la llamada “Vía Nanclares” y se propone consolidar el fin de la violencia en Euskadi.

Le esperan declaraciones duras y de incomprensión desde dentro de sus filas. Es fácil, por ejemplo, imaginar qué piensa al respecto Mayor Oreja, y una parte importante de las víctimas, pero el pasado no tiene remedio y el futuro, en cambio, hay que escribirlo con valentía y pragmatismo. No se trata de reducir la pena, se trata de acercarles a su tierra y separarles de las manzanas podridas.

Los sectores más extremos del partido no se lo perdonarán, y muchas víctimas, tampoco.

Lo imperdonable, sin embargo, hubiera sido no alimentar por inmovilismo o miedo a las reacciones, una paz que hay que asegurar y blindar.

Si el ministro del Interior acusa hoy una cierta soledad, le recomendamos la frase de Montoro de ayer: “le llaman soledad pero es solo mayoría absoluta”. Pues eso. El asunto dará mucho que hablar y escribir.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net