Editorial del 15 de noviembre de 2011

Los mercados querían la marcha de Papandreu en Grecia y el sr Yorgos, se fue. Los mercados querían lejos a Berlusconi, y el sr. Silvio, a regañadientes, pero cedió. Si querían en España un cambio de gobierno, las encuestas lo dan por hecho y falta muy poco. Y sin embargo, siguen a dentelladas con la deuda española. Un viejo chiste de Eugenio contaba que un accidentado colgado en un barranco recibía la voz tranquilizadora de Dios, sugiriendo que se dejara caer porque él le salvaría, a lo que el moribundo –agarrado a una rama- respondía, “vale, gracias”... ¿hay alguien más?

Pues bien, cada día nos hacemos esa pregunta. ¿Hay alguien en Europa que quiera de verdad salvar al euro? La ciudadanía empieza a estar tan harta como perpleja.

Con perplejidad pasamos a contarles las noticias del día que se resumen en dos: estamos fatal y el domingo hay elecciones.


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