Editorial del 3 de noviembre de 2011

Al final, el órdago de Yorgos Papandreu va a resultar lo que ayer a esta hora ya presentíamos que iba a ocurrir: que el primer ministro griego no quiere asumir la responsabilidad histórica de hipotecar las futuras generaciones, con unos acuerdos que estrangulan cualquier esperanza. La dimisión de Papandreu era ayer nuestra hipótesis, y hoy parece acercarse a la certeza. Si finalmente abandona siempre podrá regresar como el político que se negó a entregar Grecia a MERKOZY. Ya saben que está teniendo fortuna esa contracción léxica de Merkel y Sarkozy, Merkozy.

Las Bolsas están hoy en la zona optimista de su bipolaridad, con fuerte recuperación en algunos valores. No es una respuesta al asunto griego, por supuesto, si no a la decisión del Banco Central Europeo, de rebajar, por fin, el precio del dinero. Un cuarto de punto menos, que puede ayudar a animar a una economía fría, que en tiempos de Trichet, solo estuvo pendiente de las calenturas inflacionistas de los alemanes. El nuevo presidente del BCE Mario Draghi, tiene tanto pasado en Goldman Sachs, que solo ganará el futuro si ejerce con valentía su nuevo cargo. Bajar los tipos era imprescindible, pero también lo es comprar deuda de los países que se tambalean por el ataque de los especuladores.


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