Editorial del 7 de octubre de 2011

“Sé que me tienen ganas pero no hay caso”. Comentario de hace unos minutos del ministro de Fomento José Blanco, preguntado sobre el asunto de su encuentro con un empresario corrupto. Haya o no caso, el tema “gasolinero” promete ser una coletilla de mucho éxito en los próximos días. “Con el PP llegará el fin de las reuniones en las gasolineras”, ha dicho esta mañana la sra De Cospedal...

Estos días los jefes de comunicación de los partidos se esmeran en buscar frases ocurrentes, más o menos graciosas, que resuman una idea simple con la máxima eficacia. Son frivolidades y juegos de palabras muy previsibles con los que tendremos que convivir unas cuántas semanas. La pereza y el hastío ciudadano, solo con imaginarlo, es enorme. Pero, en general, todos los partidos políticos, y los dos grandes muy en particular, no parecen darse cuenta. Hay un magma de preocupación, tristeza y cabreo colectivos sobre el que esas “ocurrencias” en forma de eslóganes facilones actúan como irritante social.


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