Editorial del 7 de junio de 2011

Caramba con la eficiencia alemana. No es que haya caído el mito, es que tienen a toda Europa perpleja, hasta el extremo de que el comisario de Sanidad, John Dalli, ha tenido que pedir esta mañana al gobierno alemán que deje de lanzar alertas sanitarias hasta que no tengan certezas científicas. Lo que ha verbalizado el comisario de sanidad es lo que nos dicta a todos hace muchos días el sentido común. Las autoridades germanas parecen estar jugando al “tocado y hundido” con diversos sectores agrícolas, sobre todo el español.

El país más fuerte de Europa pasaba por ser un modelo de estructura Federal. Cada land, o región tiene su propio gobierno y todas las competencias. La crisis del E.coli ha dejado al descubierto una descoordinación y falta de rigor digna de la peor fama del sur. La peor fama, decimos, no la peor realidad como estamos constatando.

Como ha dicho hoy algún científico español, el tiempo transcurrido desde el primer infectado es tanto, que para cuando encuentren el foco, si lo encuentran, ya se habrán comido los alemanes toda la partida contaminada. Lo dicho, vaya vaya con la eficacia germana.


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