Editorial del 21 de marzo de 2011

Ha empezado la primavera pero los aires informativos siguen siendo los mismos.

Una nube de vapores entre tóxicos y radiactivos sobrevuelan la actualidad. Fukushima y la catástrofe nuclear, que no se ha producido aunque nadie pondría la mano en el fuego aún, ha pasado a ser segundo titular. El primero, de calle, se lo lleva Gadafi, la coalición internacional, y a esta hora, los dos F 18 españoles que sobrevuelan la zona de exclusión aérea con orden de disparar si se detecta algún peligro. Aquí la toxicidad está en comparar esta guerra con la de Iraq.

Otra emanación poco saludable para el partido que gobierna es la presión sobre Zapatero y la supuesta fecha tope para que comunique su decisión de retirarse o no de la primera línea. Por más que desde Moncloa han intentado enfriar ese combustible de la oposición, no lo han conseguido. Ya dice Bono que ese ruido es malo, pero no hay quién lo pare. El run-run debe ser ensordecedor en la calle Ferraz.

Otro asunto muy radiactivo es lo de Sortu: basta manifestarse partidario de la justicia y su imparcialidad para su legalización o no, para ser tachado de “palomo”. Los halcones ya han decidido, al margen de lo que estudie el Supremo...

En fin, como ven, lo único que estrena la semana es la primavera.


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