Editorial del 2 de febrero de 2011

El acto solemne se ha celebrado esta mañana en el Salón de Tapices del Palacio de la Moncloa, allí donde también se firmaron los Pactos de la Moncloa y el pacto antiterrorista. Allí estaban el presidente del gobierno, el de la patronal, los líderes sindicales y el ministro de trabajo. Ha quedado firmado y fotografiado el pacto social, fruto de muchos meses de trabajo, que diluye la amenaza de otra huelga general, envía confianza allí donde más falta hace, y encara el futuro económico del país.

El gobierno puede estar satisfecho, aunque no podrá sacar pecho porque todos vigilan que tal cosa no ocurra. Pero que estética y éticamente el gobierno esté obligado a la contención y la prudencia –ahí están los datos del paro de enero conocidos hoy, por ejemplo- no quiere decir que no se pueda y deba saludar ese gran acuerdo social como una buena noticia. Así lo demuestra la Bolsa y la evolución positiva de la deuda española en los mercados.

Angela Merkel, que llega mañana de visita a España, seguro que encontrará el momento de elogiar en público todos esos acuerdos y las reformas que traen bajo el brazo. Incluso puede que, y esta vez en privado, convenza a Rajoy de que llegado el trámite parlamentario, tendrá que sumarse al pacto.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net