Editorial del 28 de abril de 2009

Las desgracias nunca vienen solas. Es lo que piensan la mayoría de los ciudadanos de la región italiana sacudida por el terremoto más furibundo de las últimas décadas.

En la zona de L’aquila, los vecinos están hartos de tanta visita oficial y tan pocas soluciones a sus problemas. El “camping” –según la grosera expresión de Berlusconi- el camping en el que viven desde hace semanas, se ha convertido en una especie de parque temático en el que políticos, ministros y, hoy, Papa de Roma incluso, se pasean con su séquito de fotógrafos y cámaras de televisión. “Vete a tu casa” le han gritado esta mañana a Berlusconi. Lleva doce visitas a la zona y un montón de fotos con casco y entre escombros.

Veintitantos días después del seísmo, 60 mil personas siguen sin casa . Por si no tenían bastante con Berlusconi, esta mañana han recibido la visita del papa Ratzinger. Lo molesto no es la presencia del pontífice. Lo indignante es que bomberos, protección civil y constructores han interrumpido sus labores en los últimos días para preparar un helipuerto a Benedicto 16, adecentar iglesias e incluso construir campanarios para que esta mañana sonasen las campanas. O sea, en lugar de destinar recursos a lo fundamental, lo emplean en la propaganda.


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