La Voz de Galicia, 1 de mayo de 2011

A lo largo de su carrera, Julia Otero ha conocido el éxito gracias a distintos programas de radio y televisión en diferentes canales, pero sin duda uno de los momentos más delicados de su trayectoria fue cuando la despidieron de Onda Cero en 1999 siendo líder de audiencia. Varios años después, la vida ha dado un vuelco y ha retomado su relación con esta emisora en la que trabaja desde el 2007 dirigiendo Julia en la onda.

-Cuando la despidieron argumentaron que su programa era «elitista y demasiado elevado». ¿Ahora le da la risa o le provoca aún enfado?

-Mira, el otro día se lo contaba a mi hija, que me preguntó. Y cuando lo repito me parece el mejor chiste que me han contado, que un señor engominado hasta las cejas te despida siendo líder de audiencia diciéndote que el programa es «elitista y demasiado elevado» es, vamos, en El club de la comedia no entraría por inverosímil.

-¿Lo siente como un piropo?

-¡El mejor piropo! Es evidente que aquel hombre no sabía lo que decía.

-¿Se ha vuelto a encontrar con él?

-No, nunca más. Pero si lo viese, lo saludaría efusivamente, ¡ahora que llevo ya tres años en Onda Cero!

-¿Tiene capacidad de perdón?

-Mira, hay dos frases que me dijo una vez Adolfo Marsillach que van bien para referirse a lo que me pasó. La primera: «Es preferible ser víctima de una injusticia que cometerla», y la otra: «Hay gente que gana hasta cuando pierde». Yo, el día que me echaron de aquella radio aquellos señores, gané incluso perdiendo.

-¿Qué piensa cuando ve a Olga Viza en el paro?

-Es injusto. España lleva mal las canas de sus comunicadoras. Estamos berlusconizados, en Italia hay presentadores gordos y calvos, pero las señoras son velinas de 20 años. En Estados Unidos es difícil que un presentador de informativos baje de los 55.

-¿Le molesta que se haga referencia a sus peinados o es parte del peaje?

-En absoluto. Forma y contenido deben ir juntos. Si mi personalidad como comunicadora no hubiera cuajado, no hubieran copiado mi peinado.

-Si una chica es mona y es lista, siempre la tienen que atacar. ¿Cuántas veces la han llamado «listilla»?

-Es la misoginia que desborda. Fíjate que marisabidilla solo se usa en femenino, todavía es sospechosa la mujer que dialécticamente es buena, que compite en la batalla, y que sabe. Jamás de un colaborador hombre de mi programa dicen eso. Así que cuando alguien me llama marisabidilla me digo: «¡Vale, no te molesta lo que pienso, sino que sea mujer!». Las palabras nunca son inocentes.

-Ahí le sale la parte más emocional.

-Yo siempre creí que era más emocional que cerebral, pero no. Escucho las emociones, pero intento enfriarlas. Con los años soy menos emocional. ¡Es que si a los 50 no dices lo que piensas!

-Al hilo de esto, me estoy acordando de una escritora gallega, María do Carmo Kruckenberg, que ya tiene sus años, que el otro día dio un buen titular: «Solo me he enamorado una vez y no fue de mi marido».

-¡Estupenda! Si llego a los ochenta espero decir solo lo que pienso.

-¿Conviene enamorarse del marido?

-Hombre, sí, deberíamos. Aunque la historia demuestra que los amores de conveniencia son los duraderos. La pasión es maravillosa para sentirla, pero un inconveniente para la rutina. Con los años, es bueno tener complicidad con quien vives.


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