Publicado en Radio Canoa

En el aire con Félix Madero, mayo de 2002

Alguien en Admira está pensando en ofrecer a José Ramón de la Morena 12 millones de euros (2.000 millones de pesetas) para sentarlo en la silla que hace unas semanas era de José María García. Qué caprichos tiene la historia: la silla de José María para José Ramón.

Si yo fuera José Ramón de la Morena me lo pensaría. Mucho, mucho, mucho. Él tiene ahora un sillón -repito, un sillón-, y quizá ya no se acuerde de cuando se sentaba en una silla. Si fuera el dueño de la cadena SER tendría la preocupación lógica en estos casos, pero ni más ni menos. La justa. Si fuera el de Onda Cero haría lo mismo que José Ramón: me lo pensaría mucho, mucho, mucho. Si fuera José María García haría todo lo posible porque el final -su final-, fuera tan grandioso y digno como sus comienzos. Si fuera Florentino Pérez, y tal y como están las cosas, me plantearía seriamente dirigir una gran cadena de radio. Con su experiencia mal no lo iba a hacer.

García, desaparecido en combate, sabe mejor que nadie que una ficha millonaria no asegura 25 goles en la Liga. Que un jugador marque goles en un equipo no significa que pueda hacer lo mismo en otros. García marcó muchos en la SER, más aún en Antena 3 Radio, bastantes en la COPE y muy pocos en Onda Cero. Tan pocos que José María ha renunciado -¿o lo han renunciado?- a lo único que un periodista radiofónico no puede ni debe renunciar: su micrófono. García ahora en Onda Cero y antes en la COPE debería haber aceptado el consejo de la Agencia Tributaria cuando sus cuentas no cuadran con las del contribuyente al que investiga y persigue: primero pague, luego proteste. Primero la radio, luego los agravios, las quejas y el rosario de incumplimientos que García cuenta y recuenta a todo aquel que quiere escucharle. ¿Se acuerdan cuando dijo aquello de que dejaba la COPE para irse al trasatlántico de Telefónica? Sean piadosos y sientan sólo pena. Y como García parece que no volverá, Admira se mueve. Quizá está filtrando a la prensa más de lo que realmente ha hecho hasta ahora, pero se mueve.

Decía que la radio ficha como los clubes y lo repito. Pero los fichajes más caros no son siempre los mejores. Que se lo pregunten a Florentino Pérez con los Munitis, Flavios, Celades... Algunos empresarios tienden a ver a las emisoras de radio como si fueran eso, clubes de fútbol, lo que no estaría del todo mal, porque un servidor conoce a alguno que públicamente dijo que para él una radio era lo mismo que una zapatería. Dios mío. Pero detengámonos en los que ingenuamente confunden un micrófono con el poste de una portería. Así creo que es porque su visión de la jugada es la misma del directivo que ficha: tirar de talonario. Con García se tiró de chequera y, por seguir con el símil del fútbol, hoy no está convocado ni en las concentraciones.

De la Morena no es sólo un periodista, es una cultura, una forma de hacer radio, de entender el deporte y de asumir algunos riesgos delante del micrófono pero siempre con la red de la SER. Siempre. En este proceso José Ramón nunca, digo y repito lo de nunca, ha estado solo. Lo ha hecho en compañía de la SER y con la fuerza de esa casa que no termina precisamente en Gran Vía 32. No soy yo quien para quitar méritos al hombre que más oyentes tiene de toda la radio española pero tengo la convicción de que De la Morena sin la SER no es el mismo. No es que sea menos, es que no será el mismo. La SER, quizá sin ninguna intencionalidad o con toda, vaya usted a saber, se ha especializado en fabricar productos que sólo funcionan envueltos en el celofán amarillo y negro con el logotipo de la Sociedad Española de Radiodifusión. El directivo de Admira que cree que pasando al periodista de una parte del dial a otra se llevará el millón y medio de oyentes que tiene la SER cada medianoche se equivoca de medio a medio.

La estúpida teoría de que los oyentes son de los comunicadores valió en algún tiempo que ya no volverá. Lo fue cuando a García lo echaron de la SER y se fue a Antena 3 Radio. Lo fue cuando Luis del Olmo se fue de la COPE a la ONDA CERO recién comprada por la ONCE, y punto. Punto pelota, que diría mi amiga Elena Markinez. Es posible que algo similar pudiera ocurrir con Gabilondo, pero este experimento es imposible y no se dará jamás.

Lo que hay es periodistas con una gran fuerza para generar oyentes. Lo hacen por su capacidad, fuerza, personalidad y formación. Tal es el caso, por ejemplo, de Carlos Herrera y de Julia Otero. La primera radio que dé a Julia la oportunidad de volver notará que esto es así. Ahora, los 600.000 oyentes que llegó a tener en Onda Cero habrá que sudarlos. A Julia la echaron cuando era "líder absoluta", pero la mitad de sus oyentes se quedaron en Onda Cero. Y esto gustará o no pero es así.

Cuando Del Olmo se fue a Onda Cero su puesto lo ocupó en la COPE Javier González Ferrari, y que yo sepa Ferrari tuvo siempre unos cuantos cientos de miles de oyentes. Vamos que algunos, bastantes, se quedaron en el sitio. Y se quedaron en un lugar, la COPE de 1990-91-, que había perdido buena parte de su identidad y pulso empresarial. Si esto pasó en la COPE, ¿qué puede ocurrir en la SER si De la Morena se va? Pues seguramente lo que pueda pasar es que nazca una nueva estrella de radio. A estas alturas es difícil enseñar al churrero a hacer churros. Pero es que hay algo más, y en esto acepto el riesgo de equivocarme: José Ramón no se quiere ir y sinceramente creo que no se irá. Creo que hay una generación de periodistas entre los que humildemente me reconozco que hemos aprendido que, una vez que la nómina es digna y respetuosa con lo que nuestro trabajo produce y da a ganar al empresario, hay valores intangibles que no se pueden comprar ni adquirir en el mercado: el apoyo de una empresa. Yo que lo he perdido en alguna ocasión sé lo que estoy diciendo. Y algunos compañeros que me leen ahora, también.

Y por último, si yo fuera el que tuviera que tomar la decisión de fichar a De la Morena pensaría que José Ramón es un periodista con una estela, con un acompañamiento que lo mejora y ahorma cada vez que está ante el micro. Pensaría que la soledad de José Ramón puede ser tan singular como dramática. Pensaría que antes de El larguero está la Hora XXV de Carlos Llamas, ¿o es que todos los oyentes -casi un millón-, de Llamas son de José Ramón? Pensaría en un producto sagrado para la radio española que se llama Carrusel Deportivo; pensaría en Paco González, José Domingo Castaño, Manolo Lama, Bustillo, Pacojó, Alcalá y en todos los compañeros del resto de emisoras de la SER desperdigados por toda España, algunos con más oficio y fuerza que los que trabajan en Madrid. Por pensar pensaría en la magia con que la SER vende hasta la cerveza Coronita, el cupón de la ONCE y los talonarios Bancohotel. En fin: estoy hablando de un sonido y una forma de entender la radio deportiva que no es patrimonio de José Ramón. Y él, que no es tonto, lo sabe. "La SER informa en equipo", es un eslogan más o menos feliz, pero cierto para el director de El larguero.

Permítanme para terminar un guiño muy personal. José Ramón estudió en los escolapios de Gétafe y yo en los de San Fernando de la calle Donoso Cortés de Madrid. Él conoció antes que yo al padre Isidro. Si él aprendió del fraile más listo del mundo lo mismo que yo tengo la seguridad de que el año que viene seguirá en Gran Vía 32. Hay lecciones en la vida que no se traicionan ni por 12 millones de euros.

La queja de Onda Cero

Mi amigo Carmelo Calvo, director de Informativos de Onda Cero, sabe que la primera obligación de alguien que ocupa un puesto como el suyo es defender a su gente. Se queja, y seguramente que con razón, porque he hablado aquí mucho y bien del trabajo que José Miguel Azpiroz (COPE) hizo en el golpe-contragolpe en Venezuela y he ignorado el de Alberto López Malatx, su enviado especial a Caracas. Bueno, Carmelo, al que no me canso de desearle toda la suerte del mundo en una casa a la que inevitablemente sigo queriendo, me dice que yo debería haber reseñado el trabajo de López Malatx.

No lo escuché porque es muy difícil si no imposible escuchar dos radios a la vez y porque el trabajo del periodista de la COPE me enganchó desde el principio. Pero el artículo dedicado a José Miguel fue por su trabajo en Caracas y por todo lo que en silencio ha hecho uno de los mejores periodistas que tiene la radio española. Ahora que el Departamento de Archivo y Documentación de Onda Cero me facilita la posibilidad de escuchar el trabajo realizado no tengo inconveniente alguno en afirmar que su labor merece el reconocimiento propio de la información bien hecha. Lo hago con una sola observación desde luego muy personal: lo de Azpiroz en la COPE es en mi opinión insuperable durante la madrugada del sábado al domingo. El de López Mataix me parece del mismo nivel a las nueve y once de la mañana del domingo 14 de abril así como su intervención en Las noticias del mediodía. Es verdad. No creo que se pueda contar tan bien la llegada de un dirigente político encantado por recuperar el poder. Como lo oigo lo cuento. Y lo dicho: un saludo Carmelo. Me alegro de que desde esa casa alguien por fin coja el teléfono para defender a uno de los suyos. Me alegro.


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