Publicado en Radio Canoa

En el aire con Félix Madero, enero de 2002

"La COPE se la juega al contratarme"
Cristina López Schlichting

Te lo deseo de corazón. Ojalá que seas capaz de darle un aire nuevo a esa bendita casa. Sí, bendita por tantas razones, y no sólo por las que tú, amigo lector, estas pensando ahora. Se lo deseo a Cristina, a la COPE, en la que tanto y tan bien trabajé hace ya algunos años, y al segundo de Cristina, Miguel Ángel Marful, buen periodista, mejor persona. Se lo deseo a la COPE, que desde que la pobre Encarna Sánchez murió no ha encontrado la forma, la manera de hacer una tarde al gusto de su audiencia.

La nota que veo publicada en prensa es tan neutra que uno se queda igual: "un espacio -digo yo que querrán decir un programa, pero bueno- en el que caben entrevistas, debates de actualidad y tertulias del corazón". Pues muy bien, como dice mi tía Concha a los anfitriones que la invitan a una boda: Todo muy bien, muy fino, muy elegante y muy abundante. Como en todas las bodas. Como en todas las radio. Solo faltaba que en el programa de Cristina no cupiera la actualidad. Que por narices tenga que caber el mundo del corazón ya empieza a resultar irritante. ¿De dónde se sacan que las audiencias están aseguradas con los Lequios, Belenes, Carminas, el marido de Gemio y demás disparates? ¿No aprendieron con la señora Campos que vuelven a insistir?

No caigas en la trampa Cristina. No trates a la gente como masa informe que todo lo traga. Aprende de los que te precedieron y pregúntate qué pasó. Busca contenidos. Sal a la calle, habla de lo que pasa y de lo que preocupa a la gente. Conecta con ella. Sal del estudio. Busca contenidos que te diferencien de la competencia. No seas la copia, porque siempre y con razón preferirán al original. Un consejo: sal del estudio. Otro: sal del estudio. Haz radio en la calle. Y habla de la calle. No llenes tus tertulias y entrevistas de política y políticos porque eso es sólo una parte de la vida, y muchas veces no es la principal. Tan fácil. Tan difícil. Tan raro últimamente. Y sobre todo no te traiciones: si crees como dices (El Mundo, 29.1.02) que en tu programa primará el tema social sobre el político, ¿cómo explicar entonces que lo primero que haces en La tarde con Cristina sea una tertulia sobre el Congreso del PP?

Del arranque del nuevo programa debemos olvidar el comienzo; demos un capón a su guionista (?) y otorguémosle a Cristina una oportunidad si de verdad se cree el final de su intervención, ese que habla de la vida. Así empezó.

Cristina L.S..- Buenas tardes. Son las cuatro y cinco. Y a nosotros, ¿qué nos importa el Congreso del PP? Qué nos importa a ustedes y a mí, que estamos aferrados a la realidad, y conducimos taxis, preparamos lavadoras o hacemos radio. Eso le vamos a preguntar a los expertos. Porque aquí, en La tarde con Cristina, no se trata de hablar del sexo de los ángeles o de discutir sobre los inextricables vericuetos de la política. Aquí vamos a tomarle el pulso a la vida.

Yo no soy taxista, no pongo lavadoras a la hora del programa, pero estoy aferrado a la realidad, ¿me debe interesar el Congreso popular sí o no? Un lío, oiga. Serán los nervios. Será el guión, porque ¿habrá un guión, querida Cristina?

A la vespertina COPE le pasa como a los partidos políticos que viven días de división y enfrentamientos que obligan a cambios continuos, permanentes: que el público no se fía de ellos. Vamos a repasar los últimos años y verán ustedes como la tarde en COPE ha tenido tantos candidatos o más que el PSOE: Encarna Sánchez, Mari Cruz Soriano, María Teresa Campos, María José Navarro, Federico Jiménez Losantos y José Antonio Abellán. Es lo más parecido a una partida de mus, lo más equivalente a un tran tran eterno, lo más similar a un órdago a la grande con tres pitos y un siete. ¿Se puede ganar así? No. No se puede ganar así, pero es que tampoco se puede escuchar radio de esta manera, y por supuesto no se puede hacer radio con este proceder. De todos los experimentos, -ninguno con gaseosa- el único con posibilidades de éxito ha sido, en mi opinión, el de María José Navarro. Es posible que en su escaleta hubiera demasiado diseño, pero aquello, como no podía ser menos, sonaba a radio. A radio de la buena. Pero claro, hacía falta tiempo y la COPE que tiene un sentido muy pronunciado sobre lo eterno está afectada por el impacto de lo inmediato. En la radio, como en la Bolsa, invertir a corto tiene muchos riesgos.

Pero vayamos a lo de ahora. Creo que Cristina va a tener la suerte de Zapatero. Es tanto lo que la dirección del PSOE se jugó en el anterior congreso que no había más que dos opciones: o se aceptaba sin discusión al nuevo líder o el PSOE corría riesgo, si no de desaparecer, al menos de no ser tomado en serio. Bueno, pues es tanto lo que la dirección de COPE se juega en este envite que o tragan con Cristina por muy mal que les vaya, o un cambio más en esta franja horaria se lleva consigo al equipo que ha demostrado con creces no saber qué hacer con la tarde. Lo recordaré una vez más porque la misma Cristina lo ha puesto negro sobre blanco en El Mundo: "La COPE se la juega al contratarme". Ahora falta por saber qué significa eso de "La COPE": ¿el director de programas, el general, el consejero delegado, el adjunto al consejero delegado, el presidente, los trabajadores, el técnico que sube la regleta...?

Gustaría o no Encarna, pero la gente sabía lo que le iban a dar. Lejos del ni chicha ni limoná, era la radio popular, populachera, demagoga y amena de una mujer que nunca engañó a su audiencia. Su producto era el que era. Tenía definición y su audiencia también. Tenía cuerpo. Ella sabía a quien hablaba y los que la escuchaban adivinaban qué cosas iban a recibir. Y algo más: Encarna sabía que es esto, o que era esto de la radio.

Pero la llegada de Cristina a la radio y a mitad de temporada merece en mi opinión dos reflexiones más que esbozo con el mayor respeto y consideración de que soy capaz. La primera es una pregunta que me hago muy a menudo a mí mismo. ¿Qué tiene que pasar para que los responsables de programación de una cadena de radio asuman su responsabilidad cuando se demuestra que no saben programar? Si el político no tiene votos, se va o lo echan. Si el equipo no mete goles, el entrenador pierde el puesto. Si el novelista no vende libros, deja de publicar. Aquí esta visto que el error y la impericia salen gratis. Aquí, y en otros casas, parece que el problema siempre es del profesional que no ha sabido conectar con la audiencia. Pues no, la mayor parte de las veces lo que falla es la elección. Elegir y elegir bien es la primera obligación del directivo.

La segunda reflexión tiene que ver con la forma en que algunos se quitan las moscas de la cabeza. Desde que la radio es radio todos los programas que han conseguido ser líderes han estado precedidos de una importante paciencia por parte del empresario, y en su defecto del director general o de programas. Que vayan a las hemerotecas y pregunten, por ejemplo, cuántos años aguantaron la SER y José Ramón de la Morena hasta superar a García. Los que tengan memoria recordarán el desprecio y ninguneo que destilaba García contra De la Morena. Año tras año, día tras día, programa a programa. ¿Quien se acuerda de esto?

Tendemos a olvidarnos pronto de estas cosas. Tendemos a olvidar que ha habido directores que simplemente confiaron en los suyos. Sí hombre sí, el que siembra recoge. Y me gustaría mucho que se entendiera que estoy hablando de empresas, de cómo conciben algunos sus empresas radiofónicas, no estoy refiriéndome a opciones políticas o a la forma en que la radio española se ha dado a hacer política.

- La culpa es del imperio polanquista. La culpa es de la radio de PRISA que tiene más postes, más potencia, suelen decir algunos compañeros, incapaces de reconocer su impericia y capacidad para triunfar. Jamás he oído decir esto a Luis del Olmo, ni a Carlos Herrera, ni a Julio César Iglesias, y sin embargo son gentes bien situadas para estar siempre bien colocados en la parrilla de salida y en la meta.

Les invito a que reparen sobre cuando fue la última vez que la SER tocó su parrilla de lunes a viernes. Hagan cuentas y verán como los periodos de permanencia de sus presentadores-as ya se cuentan por lustros. ¿Acierta la radio de Gavela-García Ferreras o se equivocan las demás?

Creo que ya está contado aquí. Gemma Nierga consolida su liderazgo cuando un equipo de empresarios y periodistas enviados, al parecer, por el mismísimo Marconi le dijeron a Julia Otero que, aunque era líder absoluta de la tarde, hacia un programa muy elitista, y esto no se podía aguantar.

En fin, Julia se la fue a la calle y desde entonces ya no ha vuelto a hacer radio, y Onda Cero no ha conseguido colocar ninguno de sus programas en primer lugar. Julia no está en la radio, pero los que le dijeron aquello de que el programa era muy elitista, tampoco. La radio, ese medio tan humano, justo, sabio y cercano, se las gasta así de vez en cuando.

Unos hablaban de radio, otros de política. Desde entonces, es decir desde 1999, esa radio ha tenido por la tarde a Julia Otero, Marta Robles y ahora con más acierto y sentido común, a Carlos Herrera. Tres en tres años.

Y esto que digo de Julia podríamos decirlo de Carlos Alsina. Carlos, tras tres meses de poner en marcha un esperanzador programa, se ha quedado con la brocha en la mano y sin escalera. Otro más, pero otro menos en la radio. De Carlos anuncio que hablaré dentro de poco. Roza la provocación que gente como él estén sin un micrófono delante.

Ahora que se ha muerto Cela habría que recordar a los jefes de la radio eso de que el que resiste, gana. También es pena que hasta el momento sean tan pocos los que en la radio se aplican el consejo del Nobel español.

Como dirían Rato y Rajoy, ¿o no


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