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José Javier Esparza

Habrá reparado el sabio espectador en la notable cantidad de figuras de la tele que hemos visto arder en este año. Se trata de figuras hasta ahora consideradas indiscutibles: Julia Otero, Pepe Navarro, el Gran Wyoming, Rosa María Sardá, su hermano Javier, Iñaki Gabilondo, Teresa Campos A todos les ha ido mal.

Julia Otero retornó a TVE convertida en mascarón de proa de la 'nueva TVE', la de Caffarell, que iba a regenerar la tele pública y a instruir deleitando. Julia descendió entre nosotros rodeada por el halo que se atribuye al mártir vindicado; para forrar mejor el halo, se le dedicó una cantidad de dinero completamente desorbitada. Desde el mismo día de su estreno, Las cerezas permaneció lejos del umbral mínimo del 20% de share; terminó enganchado al 15% y expiró en medio de la más pura irrelevancia. El mismo trayecto, pero aún más marcado, recorrió el Gran Wyoming, otro que venía a regenerarnos: no sólo hundió su propio programa, sino que además tiende a hundir aquellos otros en los que aparece, como ocurrió hace poco en Made in China.

Otro nombre: Pepe Navarro, que resucitó en la noche de TVE con el aire bastante prepotente, todo sea dicho- del sabio veterano que viene a redimir al canal de sus cuitas. Empezó levemente por encima del 20 % -cifra rala, aunque TVE la vendió como la pera limonera- y ha terminado la semana cerca del 14%, o sea, una calamidad. Lo peor es que su programa no encaja ni a golpes en un perfil elemental de cadena pública. Otro cartucho quemado.

Como quemada ha salido Rosa María Sardá, rostro de la serie Abuela de verano, vendida como alternativa progre a Ana y los siete y que, a despecho del talento de su protagonista, ha sido un resbalón ruinoso para TVE.

Más ruinas: Gabilondo iba a ser el punto de referencia de la nueva televisión, Cuatro, al frente de un informativo sosegado y responsable, con ansias de renovar el paisaje. Ha logrado superar la media de audiencias de la cadena, pero eso, en el mercado, se cotiza baratísimo: un 5%, que para un informativo es prácticamente la inexistencia. Ahora se especula con la salida de Gabilondo y la entrada de Javier Sardá, que es otro de los quemados del año: agotó Crónicas marcianas en un ambiente extraño, porque funcionaba el share, pero a costa de un descrédito insoportable.

Por último, Teresa Campos ha pasado directamente de 'reina de las mañanas' a enojosa okupa de la franja matinal. Cualquiera de las personas mencionadas son figuras de profesionalidad indiscutible. Han tenido éxito en la comunicación y singularmente en la tele. Pero todo indica que los pasados laureles nunca volverán. La tele devora a sus hijos como en una metáfora saturnal. Eso forma parte del espíritu del medio.


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