La Vanguardia, 13 de enero de 2005

Un contraste de pareceres inalterable, cada uno en su papel , entre los presidentes Aguirre y Maragall

JAIME ARIAS

Inevitable: el encuentro televisado entre Esperanza Aguirre y Pasqual Maragall versó casi todo sobre el tema vasco. A Julia Otero, que se atreve con todo aunque le toque torear unos miuras, ya le constaba que la cuestión más polémica de estos días saldría a debate. El riesgo radicaba en que la discusión no se le fuera de las manos. Pero, hábil e inteligente y conociendo el grado de amistad que une a ambos interlocutores, confió en su común talante de gentes bien educadas.

Fue una lástima que entre los espectadores no anduviera algún redactor de The Wall Street Journal. Hubiera sido testigo privilegiado de cómo en la pretendida "España balcánica", y en los estudios catalanes de la televisión estatal, el presidente de la Generalitat, socialista y federalista, conocido en todas partes por su gran obra en la moderna Barcelona, y la presidenta de la Comunidad de Madrid, aristócrata liberal conservadora, muy viajada y no menos política que la señora Tatcher, saben contrastar opiniones dispares sin alterarse. Al estilo de un placentero garden party londinense, pues, según el dicho, "ben dit, es pot dir tot".

Lo cierto es que cada uno de los presidentes estuvo en su papel. La señora Aguirre de Biedma, quien entre sus antepasados cuenta con un Borrell, farmacéutico gerundense establecido en la Puerta del Sol, vino a decir que el plan Ibarretxe no es de recibo porque "es un documento tramposo". Afirmó que la situación "es grave", mientras que Maragall pidió calma, convencido de que lo legal y democrático es un debate parlamentario, seguro de que las Cortes rechazarán el plan. Sin previo recurso al Tribunal Constitucional, expuestos a un nuevo fallo negativo que envalentonaría a los radicales.

En el fondo, ambos están de acuerdo. Al igual que buena parte de los propios vascos, para quien, según el ex peneuvista Joseba Arregui, el rechazo debe salir de ellos mismos, los que sufren discriminación. Y ello, consensuando en transversal, desde socialistas hasta populares pasando por los nacionalistas independientes. Todos los demócratas que están a favor de la Constitución, "instrumento de convivencia" y de alternancia en el poder, según palabras de Aguirre.

Pero yerra la derecha en cuanto a ERC, según apuntó Maragall, apoyando las protestas del Parlament. Su , presidente, Benach, avisó que no mezclen problemas catalán y vasco. Aquí siempre se estuvo contra la violencia. Allí los hay que todavía no la condenan.


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