La Vanguardia, 25 de noviembre de 2004

SALVADOR LLOPART

Más parecía Rodríguez Ibarra, al hablar de España en Las cerezas,un presidente de escalera que el muy honorable presidente de Extremadura, el coco del nacionalismo catalán. Cada uno se puede sentir como quiera en ésta nuestra comunidad, decía el político socialista la pasada noche del martes. Pero, ¡cuidado!, que "los recibos de la finca se tienen que pagar entre todos", subrayaba con buen humor. A su lado, Carod-Rovira quedaba como el vecino díscolo de ese inmueble que Ibarra llama España. El antipático, pongamos del cuarto izquierda, que habla raro -en catalán-, que siempre discute los gastos, y que, en realidad, ya lo sabemos, lo que quiere es construirse un chaletito para él solo. Ese que ni saluda en el ascensor...

Más allá del Barça, Ibarra y Carod no coinciden en casi nada. Ni en el modelo de Estado, ni en la forma de financiación autonómica ni tampoco en el supuesto problema -problema al menos para Ibarra- del bilingüismo en Catalunya. Pero ambos políticos coincidieron esa noche, aunque fuera a cara de perro, en un plató televisivo.

Y eso es importante. Dos personajes que se han ninguneado tanto en la distancia como Juan Carlos Rodríguez Ibarra y Josep Lluís Carod-Rovira, presidente de Esquerra Republicana de Catalalunya, juntos por primera vez.

No fue la suya la mejor, la más excelsa, la más emocionante ni la más trascendente entrevista en la carrera profesional de Julia Otero. Pero fue, tuvo lugar, y eso es significativo. El encuentro contó con sus momentos cargados de dramatismo, como la tenaz defensa, por parte de Ibarra, del ex secretario de Estado Rafael Vera: "Me ha dicho que no sale vivo de la cárcel", afirmó el presidente extremeño. Y sorpresas, como el acuerdo manifiesto entre ambos por una solución negociada del conflicto vasco y por el fin del terrorismo de ETA. En cualquier caso, uno, que quizá ha visto demasiadas películas de Frank Capra, hubiera preferido que en el encuentro se hablara más de justicia y menos de razón de Estado.