Diario de Avisos, 24 de noviembre de 2004

ANTONIO SEMPERE

Rectificar es de sabios, y Julia Otero debería dar su brazo a torcer y aceptar esas tardes televisivas que la Primera le puso en bandeja en su tiempo, y a las que ella renunció por aquello de la honestidad, con el fin de evitar la realización de un programa clónico al que estaba haciendo en TV3, La columna. TVE-1 no se puede permitir el lujo de pagar los tres millones de euros presupuestados por las 26 entregas de Las cerezas, dejando de emitirlas por su baja audiencia, y teniendo empanadas como tiene sus tardes con doble ración de culebrones. No tiene ningún sentido permanecer en la noche de los martes en actitud agónica, comprobando cuándo llega el día en el que se baja del diez por ciento de share, cifra que para un prime time supone poco menos que el descalabro histórico, cuando las tardes de la primera están completamente desasistidas. ¿A santo de qué tenemos que soportar una ración diaria de tres horas y media de culebrón sabiendo que en esa misma cadena está fichada la que durante los últimos cuatro años ha sido testada como verdadera reina de las tardes, la única capaz de insuflarles aires nuevos y respetuosos? Hay quienes dicen que el fenómeno producido en Cataluña no se puede extrapolar al resto, y que Julia Otero zozobraría por las tardes, en cifras de audiencia, tanto como lo ha hecho por las noches. Pero, de perdidos, al río. Que le den la oportunidad. Así, como mínimo, tendremos garantizada la calidad de una franja horaria que ahora no es ni carne ni pescado. ¿O acaso prefieren continuar contemplando el descalabro martes tras martes? Lo mismo colocan a Julia Otero animando un coloquio vespertino sobre el culebrón Prisionera y arrasa. Cualquier cosa menos dejarlo todo como está.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net