Levante, 16 de noviembre de 2003

Juan José Millás

El Gobierno, a través de su sicario Villalonga (que luego huiría a Miami con los bolsillos forrados de stoks options) expulsó en su día de Onda Cero a Julia Otero. Fue una purga política en toda regla, pues esta mujer era la estrella de la tarde. Su programa de radio batía todos los récords de audiencia y los ingresos que proporcionaba por publicidad superaban a los de cualquier otro de su franja horaria. Estos apóstoles del mercado retiraron del mercado a uno de sus mejores productos porque no soportaban lo que decía cuando abría la boca. Una cosa es la libre circulación de las mercancías y otra muy distinta la libre circulación de las ideas. Las ideas, vino a decir el Gobierno, ni se compran ni se venden, entre otras cosas porque su pretensión es que sólo hubiera una cuya dosificación se reservaba Aznar. Hagan ustedes lo que quieran con la educación, la sanidad, la justicia, la seguridad, pero las ideas son propiedad del Estado y al que nos lleve la contraria lo ponemos de patitas en la calle.

Creíamos que aquella actuación fue un exceso que no se volvería a repetir. Después de todo, el Gobierno controlaba directa o indirectamente la mayoría de los medios de comunicación. No necesitaba recurrir a estas alcaldadas para manipular las noticias y convenía mantener la apariencia de que se trataba de un equipo demócrata, capaz de encajar las críticas y de tolerar la existencia del adversario. Pero no. Cuando aún no se nos ha ido de la cabeza el caso de Julia Otero, otra mano negra tan sumisa como la de Villalonga ha llevado a cabo en Antena 3 una regulación de empleo que se parece más a una purga política que a una reorganización empresarial. Entre los expulsados figura un tótem de nuestra democracia, Rosa María Mateo, a la que con 20 años de retraso le están pasando la factura por haber leído el comunicado consecuente al golpe del 23-F. El mensaje oculto tras este acto de crueldad absolutamente gratuito (le quedaban dos telediarios para jubilarse) es el siguiente: «Lleven cuidado con lo que dicen; tarde o temprano se lo haremos pagar.» Me consta que mucha gente, asustada, ha tomado nota. Pero incluso a los que ahora callan les llegará la hora porque todos estamos en la lista.


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