El Periódico, 5 de julio de 2002

ÁNGEL SÁNCHEZ

¿Catalunya es un oasis? Juan Carlos Aparicio, el ministro de Trabajo que se ganó a pulso la huelga general del 20-J, visitó anteayer Barcelona en la cresta de la ola de su impopularidad y fue ovacionado en TV-3 tras cantar un tango. La entrevistadora fue Julia Otero (Monforte, Lugo, 6-5-1960), quien hace 13 años, cuando triunfaba en TVE, confesó: "Nunca he sido agresiva. Yo no he venido a este mundo para llevar un invitado a la televisión y rejonearlo".

Siendo esta señora una profesional amable, agradable, inteligente y, al mismo tiempo, de un progresismo tan políticamente correcto, resulta mayor el escarnio al que la sometieron despidiéndola, en agosto de 1999, los propietarios de Onda Cero. Juan Villalonga y su gente de Telefónica la acusaron de "elitista"; ella dijo que la habían despedido "con premeditación, alevosía y agostidad"; la oposición reivindicó la libertad de expresión; el PP guardó silencio, y La radio de Julia, que así se llamaba el programa --el de más audiencia en la franja de la tarde--, murió de muerte súbita. A Otero la sustituyó Marta Robles, emparejada sentimentalmente con un preboste de Telefónica, lo que llevó a sospechar que el ataque a la libertad de expresión se tiñó de nepotismo de altos (más bien bajos) vuelos.

Nada rencorosa, Julia ha perdonado al ministro el decretazo y le ha puesto en bandeja el milongazo.


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