He asistido perpleja a la reacción airada de algunas organizaciones antiterroristas que criticaron el tratamiento de la amputación del clítoris en un debate sobre el racismo en TV3. Según el comunicado de la organización no gubernamental SOS Racisme, el tema de la ablación contribuye a reforzar el prejuicio de que los inmigrantes son gente bárbara que no respeta los derechos humanos. Caben dos interpretaciones: o consideran perverso que la mutilación de millones de mujeres se trate en una discusión sobre el racismo, o bien les parece nocivo que se hable de tal práctica en cualquier caso, dado que siempre despertará incomprensión.

Me pregunto si las recientes movilizaciones en toda Europa por las mujeres de Kabul, reducidas por los talibanes a bultos fantasmagóricos sin derecho alguno, serán consideradas en esa línea, gestos que alimentan el odio a lo islámico. Tal vez aquel reportaje-denuncia sobre los orfelinatos chinos contribuyese a hacernos una injusta mala imagen de aquel país.

El respeto a tradiciones acaba donde éstas menosprecian al ser humano. Los norteamericanos son muy respetables, pero no su costumbre de ejecutar a los reos. En la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, con una nutridísima participación sobre todo africana y asiática, se consensuaron pocas cosas pero importantes.

"Madre, no quiero que me lo hagas", decía uno de los muchos carteles sobre el rostro de una pequeña africana. Luchemos por ellas, para que puedan integrarse entre nosotros pero, también, para que su cuerpo permanezca íntegro.

No olvidemos que el sexismo es el más extendido de los racismos.

Julia Otero
Periodista


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