Carta de una lectora publicada en el diario La Vanguardia el 15 de agosto de 1999

Pocas cosas en esta vida me han provocado una sensación de vacío tan grande como la que sentí el día que me enteré del cese de Julia Otero. A bote pronto, esa sensación me resulta únicamente comparable al "coitus interruptus" de la época en que la juventud funcionaba con el Ogino, o la sensación que me queda al no alcanzar un rebote a dos bandas en el paddle.

Gracias, señor Trallero, muchas gracias por su artículo publicado el 7 de agosto. Recostada en una cómoda tumbona a la orilla del mar me encontraba, cuando lo leí. Rápidamente pasé de un estado de medio letargo estival a poseer la fuerza de un volcán. Gracias a usted pude canalizar la desolación arrastrada durante varios días, en indignación; y el resultado son estas palabras.

Julia es mucho más que una buena directora de magacines, ella y todo su equipo son un aliciente para comenzar el día con un poco más de alegría, pensando que a las cuatro les oiremos. Su programa informa, forma, provoca inquietudes, polémicas y transmite ganas de vivir; todo ello bañado con una gruesa capa de buen humor y respeto.

Con su cese hemos perdido todo eso, además de una potente voz reivindicativa necesaria para las mujeres. Ella se ha movido por todas y cada una de las injusticias cometidas contra el sexo femenino, ¿vamos a quedarnos quietas nosotras ahora? Va por ti Julia.

Mª José Dolz Llombart
Castellón de la Plana


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