Cinco siglos antes de Cristo, Aristófanes escribió una excelente comedia, de aquellas de los clásicos. Es decir, de las que hacen pensar.

La protagonista, LISÍSTRATA, encabezaba una revolución sexual para conseguir que los hombres abandonaran la guerra. "Si queréis sexo, dejar las armas". Fue el antecedente del famoso eslogan del 68 "Haz el amor y no la guerra".

Cuando las mujeres no tienen ningún poder es legítimo que utilicen el único que no les han podido arrebatar nunca: el sexual.

Veinticinco siglos después de Aristófanes, las mujeres de un pueblo de Turquía han decidido no volver a dormir con sus maridos hasta que las cañerías lleven el agua potable a casa. Después de centenares de años cargando agua con cubos, las turcas han dicho BASTA. Si los hombres quieren sexo, que traigan el agua corriente.

¿Y saben qué? Han ganado.

El gobernador de la provincia ha prometido que los hombres de SIKTOY trabajarán día y noche para acelerar la construcción de los ocho kilómetros de cañerías.

El poder del no poder, a veces, mueve montañas. Los jóvenes anti-globalización también lo saben muy bien.

Bona tarda. Comença La Columna.


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