Esta mañana, en el País Vasco, a un joven de 27 años le han arrancado una pierna. Eduardo Madina era miembro de las Juventudes Socialistas de Euskadi; ha salido como cada mañana de casa y ha cogido el coche, ignorando que una bomba adosada de los fascistas, aquellos que matan a quién no piensa igual, le cambiaría la vida.

El atentado se produce en un día políticamente significativo y obviamente ocupa y ocupará el espacio informativo que se merece.

Ayer una mujer del barrio de Gràcia de Barcelona fue lanzada desde un segundo piso por su marido. Está ingresada en el Clínico y su estado es muy grave. Tiene 43 años, está rota por todos lados e, inconsciente en el suelo, en la calle, aún tuvo que soportar que su verdugo, delante de media docena de personas, la cogiera por la cabeza y dijera chillando: “A tomar por culo”.

La noticia no es la portada de ningún diario, de hecho, todos dedicamos un espacio limitado a estos terroristas domésticos y sus víctimas, seguramente porque los tenemos muy vistos y nos impresionan poco sus crímenes. Esto depende de la moda, y esta temporada, se ve que los maltratos no lo son tanto, de moda.

¿Es pedir mucho que se persiga legalmente, y con toda la contundencia, todo tipo de terroristas?

Unos y otros se acabarán cuando se consiga la tolerancia social cero. Este es el problema.

Bona tarda. Comença La Columna.


Política de Privacidad Política de Cookies © 1998-2024 juliaotero.net