Las autoridades económicas y monetarias están sorprendidas. Estas Navidades han descubierto que los niños no vienen de París y que los Reyes no son tontos.

Resulta que ha llegado el euro y la población en lugar de quedarse recluida en casa desesperada, presa del pánico y angustiada, han ido al cajero de la esquina, han cambiado moneda y han continuado como si tal cosa.

El éxito ha sorprendido a la propia empresa, es decir, los bancos, porque si había alguien que definitivamente nos tomaba por burros eran las entidades financieras. Lo dijeron en su momento: los expertos habían calculado que el uso de las tarjetas de crédito llegaría hasta el 80%. Se pensaban que nuestra incapacidad de adaptación a la nueva moneda nos haría refugiarnos en el dinero de plástico... Mira por donde, con perdón, los tontos eran ellos; el uso de las tarjetas ha bajado, aunque los consumidores pagan mayoritariamente en euros.

Los bancos y las cajas se frotaban las manos sólo pensando en las comisiones y se han quedado pasmados.

No sólo no lo lamentan sino que nos gusta comprobar, una vez más, que los ciudadanos, consumidores, votantes -como quieran decirlo- son más listos de lo que prevén los que mandan.

Pero ellos, esto no lo reconocerán. Dirán que se tiene que dar las gracias a las magníficas campañas informativas. Alguien se pondrá una medalla y a unos cuantos les subirán el sueldo... por haber sido tan listos.

Bona tarda. Comença La Columna.


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