Editorial del 15 de octubre de 2020

Este mediodía se han publicado los resultados del CIS de octubre con intención de voto y el sondeo mantiene al PSOE como ganador si se celebrasen ahora unas elecciones, pero el PP recorta distancias y sube un punto respecto al CIS de septiembre

También crece un poco Vox, a quien le fue un poco mal la vez anterior, y esta vez la encuesta lo sitúa como tercera fuerza unas poquitas décimas por delante de Unidas Podemos.

Esos datos, que suelen denostarse en público pero que se estudian, no les quepa duda, concienzudamente en la sala de máquinas de los partidos, son los que pondrán el paisaje demoscópico de fondo a la moción de censura de Vox.

El partido de Santiago Abascal no cuenta con los votos suficientes para que la moción no salga adelante, ni siquiera con el hipotético apoyo del PP, pero desde luego puede ser útil para lo que pretende, que es que los grupos del Congreso se retraten ante la censura a Pedro Sánchez.

Algunos dirigentes populares son partidarios de la abstención, pero otros creen que apoyar la moción reforzaría más a Pedro Sánchez y actuaría de argamasa entre los socios de Gobierno. Así que no saben qué harán como partido.

La política es a menudo una carambola, para meter una bola en el agujerito hay que darle el primer golpe a otra que, sin embargo, sigue en pie sobre el tapiz. ¿A quién pretende sacar del tablero Abascal, a Sánchez o a Casado? ¿Quién será el damnificado y quién recogerá frutos electorales. De este juego político, en plena segunda ola de COVID-19 hablamos hoy en el Gabinete.

Mientras los sanitarios pelean a brazo partido contra el virus, hay políticos en la mesa de billar jugando a estrategas.


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