Editorial del 13 de octubre de 2020

¿De dónde creen que sale esa nueva fiebre, vista en diferentes países y diferentes contexto, de derrumbar estatuas y monumentos o someterlos a actos vandálicos?

Sin ir más lejos, ayer mismo una diputada de extrema derecha en España publicó una foto en la que posaba sonriente frente a la estatua de Largo Caballero en Madrid. La estatua sobre la que el fin de semana pasado alguien roció con spray unas letras en las que podía leerse "Rojos no" y "Asesinos". Fotografiarse frente a ese acto vandálico implica reivindicarlo, de eso no hay duda.

La estatua de Largo Caballero no es la única que ha sufrido la ira ideológica en los últimos tiempo. También hemos visto actos parecidos en otros países contra calles y monumentos dedicados, por ejemplo, a Churchill, a Colón o al rey Leopoldo II.

El movimiento ‘Black LIves Matter’ también en Estados Unidos ha señalado a esclavistas, a racistas y ha derivado monumentos que estaban en su honor.

A veces es la osadía de la ignorancia. Otras es una revisión de la historia desde parámetros del presente.

En todo caso, la presencia del profesor Julián Casanova en el tiempo de Gabinete promete un debate riguroso e interesante al respecto. Esa guerra ideológica que toma el callejero como campo de batalla y estatuas respetadas como chivos expiatorios.


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