Editorial del 24 de septiembre de 2020

Mañana se realizará en Barcelona el acto de entrega de despachos a los nuevos jueces, una ceremonia que por primera vez en más de 20 años no presidirá el Rey.

La ausencia de Felipe VI ha molestado a las asociaciones de magistrados, a algunas por el hecho en sí y a otras por la falta de transparencia al no explicarse los motivos.

En el terreno político, la oposición conservadora acusa al Gobierno de ceder ante los independentistas y no cumplir con su obligación de proteger a la Monarquía. Aunque desde el gobierno se dice que precisamente la razón ha sido proteger al rey.

Recordemos por ejemplo que en su gira por las comunidades en plena pandemia, los reyes se fueron a un recinto cerrado y protegido como es el Monasterio de Poblet.

En todo caso, la presencia del Rey en este acto no es obligada por ley, sino algo tradicional y protocolario. Una costumbre.

Sorprende la reacción encendida de la judicatura cuando no se observa nada parecido frente al bloqueo del Consejo General del Poder Judicial, cuya renovación sí está fijada por la Constitución cada 5 años y, sin embargo, lleva aplazándose desde diciembre de 2018.


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