Editorial del 5 de febrero de 2020

Ayer hubo reunión y foto en Roma de lo más florido de la ultraderecha europea.

En esa Conferencia Nacional del Conservadurismo estuvo el único que tiene el poder en su país, el primer ministro húngaro Víktor Orban y a su lado Santiago Abascal además de la sobrina de Marine Le Pen, Maréchal Le Pen.

El líder ultra italiano, Matteo Salvini, cuya presencia estaba más que anunciada, debió considerar que la foto no favorecía sus expectativas y finalmente no acudió. Todos los representantes de ese movimiento ideológico estuvieron de acuerdo en clamar contra la izquierda... hasta aquí, normal, pero también lo hicieron contra el "neofeminismo". Todos reivindican las raíces cristianas y es curioso que eso implique, por lo visto, el ataque a la libertad de las mujeres.

La ultraderecha tiene intereses y fobias comunes en todos los países, y esa es una de las más llamativas, el anti-feminismo. ¿Por qué las mujeres son su objetivo? ¿Por qué la libertad de las mujeres les resulta insoportable? Y por supuesto, también les une la xenofobia y el nacionalismo.


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