Editorial del 16 de octubre de 2019

Los radicales se han independizado de la Revolución de las Sonrisas. La segunda jornada de protestas por la sentencia del procés terminó con altercados graves, 51 detenidos y más de un centenar de personas atendidas por los servicios médicos.

El Gobierno ya dijo ayer que, a la vista de los hechos, no descartaría ninguna de las medidas que contempla nuestra legislación si continuaban los disturbios. Algo que el presidente en funciones quiere decirles personalmente a los líderes de todos los partidos, por eso durante el día de hoy les ha citado en Moncloa.

"La moderación no significa ausencia de firmeza", decía Abalos hace una hora. Lo malo es que estamos en campaña electoral y no podemos esperar de la clase política un sentido de la responsabilidad del que han dado sobradas pruebas de carecer. Es irresponsable no condenar, como no ha hecho el no gobierno de Torra y es incendiario pedir estado de excepción en Cataluña. Los extremos se alimentan y andan cargados de bidones de gasolina buscando donde arrojarlos.

La burguesía catalana, a la que pertenecen buena parte de los dirigentes independentistas, haría bien en leer historia y reconocer que siempre que han empujado a los radicales a las barricadas mientras ellos tomaban el té en Pedralbes, ya en los años 40 del siglo XIX, el resultado ha sido catastrófico.

A ello dedicaremos el tiempo de gabinete. ¿Quién manda en la calle? ¿Ha perdido el independentismo el control sobre una parte de su masa social? ¿o están sus dirigentes tomando el té mientras otros pierden ojos y testículos ante las cargas de la policía que ellos mismos dirigen? Nos lo preguntaremos en el Gabinete con Elisa Beni, Estefanía Molina e Ignasi Guardans.


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