Editorial del 4 de septiembre de 2019

Finalmente no hubo saludo protocolario entre los diputados de la Comisión de Asuntos Exteriores y los representantes de una delegación de Irán, de visita en España. Después de la denuncia de Vox, el Congreso decidió suspender ese encuentro, al entender que las exigencias de la embajada iraní relegaban a las mujeres a un segundo plano y eran claramente discriminatorias. Las diputadas no podían acercarse a dar la mano a los iraníes y debían evitar mirarles a los ojos.

A eso no se le puede llamar protocolo, eso es misoginia y hubiera sido una una infamia tragar con ello.Es curioso que sea Vox quien alce la voz como si la extrema derecha tuviera alguna inquietud feminista, pero gracias a Vox se ha suspendido ese acto que hubiera sido una ofensa a nuestras diputadas y a la presidenta. Una paradoja que merece una reflexión profunda al igual que el relativismo y el buenismo de la izquierda.


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