Editorial del 29 de abril de 2019
El manual de resistencia de Pedro Sánchez ha sido, en efecto, de libro. El felón, vendepatrias, amigo de bilduetarras y separatistas ha cambiado la K de ocupa con que le recibió la derecha política y mediática hace 10 meses por una legitimidad refrendada por 7 millones y medio de voto. 11 años después, el Psoe tiene la primera alegría electoral a pesar, por cierto, de muchos de los que fueron sus máximos dirigentes en el pasado, que han enmudecido, por cierto. Sánchez podrá gobernar con cierta comodidad aunque se requerirá inteligencia política para gestionar el futuro.
Pablo Casado podría hacer suya la frase de Felipe II, “yo no mandé mis naves a luchar contra los elementos”, aunque él escogió el rumbo de la nave. De eso no puede culpar a otros. Los conservadores tenían dos fronteras, una por la derecha y otra por el centro, y apostaron por defender solo una permitiendo tal vía de agua en la otra que difícilmente podrán achicarla a corto plazo. El título de “líder de la oposición” tiene, además, otro novio con prisa que se llama Albert Rivera.
Rivera hoy se parece al Pablo Iglesias del 2016: sueña con un sorpasso que podría llegar en 4 años. O no, que diría Rajoy.
En fin, el día después es la auténtica jornada de reflexión. Y eso haremos en el tiempo de gabinete, a partir de los resultados y los sonidos que nos dejó la noche del 28 de abril.
Santiago y cierra España tendrá que metabolizar que España despachó sus esperanzas de alcanzar un resultado histórico. Vox ha sido el mejor aliado de la izquierda y el verdugo del partido del que vivió durante toda su vida política, que es toda su vida laboral por cierto.
Analizaremos todas las posibilidades de pactos y gobierno en el Gabinete con Juan Manuel de Prada, Ignasi Guardans y Elisa Beni. Eso sí, habrá que ponerlo todo en cuarentena hasta después del 26 de mayo.
Nadie ignora que todo lo dicho en las últimas horas puede ser desmentido dentro de un mes cuando las elecciones municipales, autonómicas y europeas reparta definitivamente las cartas políticas con las que barajaremos el futuro.